sábado, 23 de agosto de 2008



Frankenstein escribe a Mary Shelley

Parte I...

Mary Shelley escribía su Frankenstein un día que soltaba sus primeros parpadeos entre apagados soles, el ambiente de su cuarto era resguardado y poco ruidoso, donde se predisponía sola ante su propio ser buscar lo verdadero y ese lugar le resultaba perfecto para la transformación que debería hacer… esa noche y las anteriores se había sentido sumamente curiosa al golpe que los postigotes proporcionaban sobre su ventanal y de escuchar una y otra vez aquellas voces del otro lado.
Uno a uno los días pasaban y seguía sin poder concretar su historia de fantasmas, desafío que Lord Byron había lanzado ya, hace 7 noches…
La noche anterior no fue excepcional, en cuanto a clima… hubo mucha neblina seguida de una copiosa lluvia y otra vez estaba Mary frente a su cadáver incomprendido, ni empezado aún. Lo miraba una y otra, y otra vez como buscando encontrar sobre que escribir… o sobre quién, sobre un extraño? Sobre ella misma, acaso debía escribir sobre cuentos e historias viejas o sobre lo moderno?.

Tampoco faltaron los ruidos esa noche en el ventanal (y las voces seguramente de los demás invitados en el castillo que ya habrían dado color a sus historias!!).
No bajo a cenar y entrada la noche en si, las maderas de lo postigotes crujieron más de lo común, tanto como para que a Shelley que sentía tener la idea, y ésta asomaba a su descubrimiento se le perdía… frustrada dejo la pluma y el papel, necesitaba pensar; quería revelarse a su condición de ser
Cerró lo ojos y a su mente vino la imagen de sus pesadillas; aquellas que de niña la hacían tiritar de miedo, la figura de ese cuerpo horrendo, tan vació… tan lejos de parecer con vida… su piel amarillenta apenas si cubría sus músculos y arterias; sus cabellos sueltos eran de un negro lustroso, que terminaba de formar el panorama horrible esa mirada acuosa, que parecía casi del mismo color que las órbitas en las que estaban insertados sus ojos, con su tez marchita y labios negros y rígidos .

Corrió nuevamente al escritorio tomo la pluma y escribió “¡¡sobre ciencia!!”…sobre eso escribiría… ciencia pura, la ciencia de la vida, algo que al leerla los hombres sintieran que podría pasar en su pueblo o cuidad.

Mary Shelley se acomodo sobre el respaldo de su silla de mimbre exhausta, pero con un poco de miedo de cerrar los ojos; al fin los cerró y otra vez ese ser la miraba con esos ojos ausentes, movió la boca y musitó algunos sonidos mientras una sonrisa le plegaba las mejillas. Tal vez él habló, pero no lo escuchó
Así estuvo toda la noche, escribiendo y dormitando…

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